AsÃ, al pardear de la tarde, en minas suele verlos pasar. van como las lavanderas, con un atado grande encima ‘e la cabeza. son los calagualeros. vienen de la sierra. sin perro ni chiflido, cuidándose ‘el estanciero y la uña ‘e gato, llegan a las quebradas más feas, donde la vÃbora y la espina amarilla. allà está la calaguala. En una arpillera húmeda, atada con unos tientos de envira, la van acomodando. ese helecho salvaje que no florece nunca, termina escondiendo su verde entre las flores puebleras.
En lo más hondo del cerro, Allà te voy a buscar, Donde se enreda la sombra Con la crucera mortal.
Calaguala, calaguala, ¡dónde viniste a nacer!
Hay que llegarse arrastrando, Mismito como el tatú, Qu’el ojo del estanciero Es pior que la espina ’e cruz.
Calaguala, calaguala, ¡dónde viniste a nacer!
Te procuro en las quebradas Esquivando el ñapindá, Saludando las arueras, Allà te voy a buscar.
Atadita con envira Te cargo pa’ regresar, Y entre las flores puebleras Casi ni te han de notar.